Yo conozco unos barcos que se quedan
en el puerto
por miedo a que las corrientes se los lleven.
por miedo a que las corrientes se los lleven.
Yo conozco unos barcos que se oxidan
dentro del puerto
porque nunca se arriesgan a salir.
porque nunca se arriesgan a salir.
Yo conozco unos barcos que se olvidan
de salir
tienen miedo al mar, a fuerza de envejecer,
tienen miedo al mar, a fuerza de envejecer,
y nunca han surcado las olas,
su viaje ha acabado antes de empezar.
Yo conozco unos barcos tan encadenados
que ya no se acuerdan de cómo mirarse.
que ya no se acuerdan de cómo mirarse.
Yo conozco unos barcos que se quedan a
chapotear
¡para estar bien seguros de no separarse!
¡para estar bien seguros de no separarse!
Yo
conozco unos barcos que van de dos en dos
a afrontar el mal tiempo y la tormenta está encima.
a afrontar el mal tiempo y la tormenta está encima.
Yo conozco unos barcos que se hacen
algún rasguño
por las rutas oceánicas donde los llevan sus juegos.
por las rutas oceánicas donde los llevan sus juegos.
Yo conozco unos barcos que nunca han
acabado
de casarse cada día de su vida
de casarse cada día de su vida
y que no temen alejarse, a veces,
el uno del otro, un instante, para
reencontrarse mejor.
Yo
conozco unos barcos que vuelven a puerto
estropeados por todas partes, pero más grandes y más profundos.
estropeados por todas partes, pero más grandes y más profundos.
Yo conozco unos barcos
sorprendentemente iguales
cuando lo han compartido todo bajo años de sol.
cuando lo han compartido todo bajo años de sol.
Yo conozco unos barcos que vuelven del
amor
cuando ya han navegado hasta su último día
cuando ya han navegado hasta su último día
sin
plegar nunca sus alas de gigantes
porque tienen un corazón del tamaño de un océano.
porque tienen un corazón del tamaño de un océano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario