No se trata solo de
someterme a Dios como criatura en adoración reconociendo su total superioridad y
nuestra total dependencia y sumisión, sino que desde la recepción y manifestación
en nosotros de su Espíritu santo,
nuestra adoración se realiza a otro nivel; es decir en Espíritu y en verdad.
Entonces ya no somos
nosotros desde la posición de meras creaturas ante él, sino que la adoración es
desde su mismo Espíritu Santo que además nos revela la verdad divina, adorándole a un nivel imposible desde
nuestra naturaleza meramente humana hasta experimentarnos introducidos en el
coro de los Ángeles que claman a todo pulmón, con todas sus fuerzas, la alabanza,
el honor, la gloria, el poder eterno de Dios y todos reconociendo, confirmando
y postrándose ante la majestad de Dios, soslayando toda exageración a la escucha del Espíritu Santo.
“La ley nos fue dada a
través de Moisés, y la gracia y la verdad se han realizado por Jesucristo” (Jn.1,16.)
es decir, la ley, el hacer de la
realidad humana tal como es por creación nos fue revelada por Moisés , ahora se le
suma la gracia y la verdad reveladas por
Jesucristo y transmitidas a nosotros por el Espíritu Santo.
Hay que entender bien los
dones,gracia, del Espíritu Santo y hay que integrarlos bien en la vida de la Iglesia,
porque no somos nosotros quienes pretenden
ejercer sus dones es Él quien nos mueve
a ejercerlos, la iniciativa en cada ocasión es suya y a la par es Él quien los integra en la vida
de la Iglesia . Tanto cuanto las comunidades cristianes sean más fieles al
Espíritu de Dios la acción de dicho
Espíritu fluirá mas fácilmente en la
comunidad cristiana , y esta se fortalecerá y crecerá con el adecuado ejercicio
de los carismas que da a la comunidad.