22
de mayo de 2021
Esta
grabación se hará pública desde la Iglesia anglicana de Cristo,
la Christ
Church,
en Jerusalén, donde se encuentran reunidos creyentes de diferentes
tradiciones cristianas.
Quiero
agradecer a esta iglesia anglicana su hospitalidad, agradecer a las
personas que han hecho posible esta transmisión y, en primer lugar,
agradecer a mi hermano y amigo el Arzobispo de Canterbury, Justin
Welby, quien nos ha compartido una preciosa reflexión sobre el
Espíritu Santo.
Agradezco también a CHARIS, por haberme escuchado y
hecho realidad en esta Vigilia la misión que les encomendé de
trabajar por la unidad de los cristianos. Han organizado esta vigilia
cristiana a través de la Comisión que formaron para este propósito,
comisión integrada por cinco católicos y cinco miembros de
diferentes iglesias y comunidades cristianas. Gracias.
EN
Esta
noche quiero compartir con ustedes lo que hay en mi corazón,
pensando en Jerusalén, la ciudad santa para los hijos de Abraham.
Pienso en la habitación de arriba, la upper
room,
donde el enviado del Padre, el Espíritu Santo que Jesús promete
después de su resurrección, desciende con poder sobre María y los
discípulos, transformando para siempre sus vidas y toda la
historia.
Pienso en la iglesia de Santiago, la iglesia madre, la
primera, la iglesia de los creyentes en Jesús, el Mesías, todos
ellos judíos. La iglesia de Santiago, que nunca desapareció de la
historia, está viva hoy. Pienso en la mañana siguiente. Residían
en Jerusalén, nos dicen los Hechos de los Apóstoles, judíos
piadosos de todas las naciones que hay bajo el cielo, quienes “llenos
de estupor”
“escuchaban
a estos galileos hablar en sus propias lenguas“.
Y
más adelante el relato describe la comunidad de los creyentes en
Jesús: nadie pasaba necesidad porque tenían todo en común. Y el
pueblo decía de ellos: “Mira cómo
se aman“.
El amor fraterno los identifica. Y la presencia del Espíritu los
hace comprensibles. Esta noche resuena en mí más que nunca
el “miren
como se aman“ Qué
triste es cuando se dice de los cristianos: “miren cómo se
pelean” .¿Puede
el mundo hoy decir de los cristianos, de ellos: “miren
como se aman”
o pueden decir con verdad, “miren como se odian” o “miren como
se pelean”? ¿Qué nos pasó? Hemos pecado contra Dios y contra
nuestros hermanos. Estamos divididos, hemos roto en mil pedazos lo
que Dios ha hecho con tanto amor, compasión y ternura. Todos, todos,
necesitamos pedir perdón, al Padre de todos, y también necesitamos
perdonarnos a nosotros mismos.
Si
siempre ha sido necesaria la unidad de los cristianos en el amor
mutuo, hoy es más urgente que nunca. Miremos el mundo: la peste
efecto no sólo de un virus, sino del egoísmo y de la codicia que
hacen que cada vez los pobres sean más pobres, y los ricos más
ricos. La naturaleza está llegando al límite de sus posibilidades
por la acción depredadora del hombre. Sí, el hombre,
a quien Dios le confió cuidar y hacer fructificar la tierra.
Hermanos
y hermanas, la noche de hoy puede ser una
profecía, puede ser el comienzo del testimonio que nosotros los
cristianos, juntos, tenemos que dar al mundo: ser testigos del amor
de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que se nos
ha sido dado. El amor al que hemos sido llamados los creyentes en
Jesús. Porque esta noche miles de cristianos levantamos juntos,
desde los rincones de la tierra, la misma oración: ¡ven Espíritu
Santo! ¡Ven Espíritu de amor y cambia la faz de la tierra y cambia
mi corazón!
Esta
noche, los exhorto a que se asomen al mundo y hagan realidad el
testimonio de la primera comunidad cristiana: “miren
como se aman”.
¡Salgan juntos a contagiar el
mundo! Dejémonos cambiar por el Espíritu Santo para poder cambiar
el mundo. Dios es fiel, no retira nunca sus promesas, y
por esto, porque Dios es fiel, quiero
recordar hoy, desde Jerusalén, aquella profecía del gran profeta de
Israel:“Sucederá
en días futuros, el monte de la Casa del Señor se afianzará en la
cima de los montes, se alzará por encima de las colinas. Confluirán
en él todas las naciones, acudirán pueblos numerosos. Dirán:
“Vengan, subamos al Monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob,
para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos.
Pues
de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor. Juzgará
entre las gentes, seráárbitro de pueblos numerosos, forjarán de
sus espadas azadones, y de sus lanzas
podaderas. No levantará la espada nación contra nacion ni se ejercitaran más en la guerra". (Isaias 2,2-4).Que
así sea.