Cada vez más… o quizá menos;
No te se alcanzar ¡tan Alto!
Ni
mirarte ¡tan Inmenso!
Mas… puedo mirarte de frente a Ti.
abajado
a mi altura de tan pequeña estatura
Y balbucearte: “Padre”
Junto a tu “Sillón de Grande” a tu derecha,
Jesús
Con un rostro conocido, tal al nuestro
parecido
Que me invita dulcemente a acercarme sin temor
Asi, vengo a Ti, Señor
En mi
vivir, cada vez más limitada, más ignorante,
más alejada de este modo de existir;
la Tierra, ya un paisaje como en un cuadro
pintada;
yo,
casi fuera de él,
al Cosmos incorporada… hacia un Nuevo
Amanecer.
Vuelvo a Ti,
de donde vine, donde por Ti fui pensada, por
tu querer engendrada
entonces…, aun sin conciencia; ahora, ya
despertada;
no te pude ver entonces… pronto, sí, ya cara a
cara.
Antes de entrar en tu Casa y de poderte mirar
¿me harás hacer muchas cosas que aquí he
dejado de hacer?
¡yo qué sé!
En Ti descanso, Señor, que todo me sobrepasa
Quiero aprender a entregarme fiada de tu
bondad
Ahora, hoy, sin fijarme en lo que pueda pasar.
Ya dependo de Ti, sólo
Pues ha pasado de largo o he dejado pasar el tren de mi propia vida,
La que tú me confiaste,
La que ya doy por cumplida;
Entre tus brazos dormida Tú la harás resucitar
Y le darás plenitud que yo no podré menguar
No,
no creo que esto sea inhibirme ni de la vida evadirme
Sino… que se va ausentando, ella… quien me va
dejando
Como desnuda de nuevo, tal cual vine desde Ti
Aunque con ropaje viejo que se ha adherido a
mí…
¡Poco supe engalanarme, ni desde mí, gloria dar
Al acreedor de ella.
¡Limpia, Señor, mi equipaje!
Como tienda de Quedar,
Vuélveme de negra, bella.
Victoria
No hay comentarios:
Publicar un comentario