Contradicción
entre las decisiones que por sentido común tomamos a partir de nuestros pensamientos
y las estrategias que organizamos, apenas contando con la reacción de los contrincantes,
oposición o colaboradores.
Eso que he
expuesto frecuentemente queda como el criterio decisivo para emprender nuestro actuar, pero si verdaderamente Jesús
sentado a nuestro lado como nuestro permanente asesor apunta a otra solución,
hemos de tenerla muy clara para seguirla.
Ahí surge
una cierta contraposición entre las decisiones de Dios y las nuestras, es el
momento de aceptar que nuestras decisiones tienen un corto recorrido, y una
visión miope y que nos conviene fiarnos de la inspiración que el Señor nos ofrece, porque este es el
camino del éxito en nuestro ámbito social. Condición: hemos de tener bien claro
lo que es inspiración de Dios y reflexionar-lo con el corazón limpio y sincero,
y reconocer que sale de lo hondo de nuestra conciencia, para que no caigamos en
errores de los que luego culparemos a Dios.
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