TEOLOGIZANDO
Transcribo hoy, a 9 de noviembre del año
2020, una reflexión hecha y transcrita a mi libreta de apuntes espirituales de
entonces, concretamente del día jueves 21 de enero de 2010.
Por como empieza, debería responder a
reflexión sobre el comportamiento actual de muchos:
“… esta especie de “regresión” a lo más
animal del ser humano en esa machacona tendencia a mirarnos/igualarnos en/con
especies no evolucionadas y querer identificar/nos con ellos o a ellos con
nosotros…; en ese estado de falta de
conciencia responsable, sólo instintiva, de sobrevivencia o supervivencia de la
especie…, creo ver el intento de situar al hombre en un estado de imposibilidad
relacional con lo divino; lo superior a él; la fuente y principio de sí mismo…
“Es sólo un estado evolucionado de un
primate, pero primate al fin”: he aquí el hombre según ese intento
machaconamente soberbio de explicar al ser humano; él, sólo él, sin Dios;
imposibilitado para una relación de este tipo: lo religioso.
¿De dónde, pues, le vino; de dónde nació esa
relación, esa posibilidad?... De sus temores ante lo desconocido…”dicen”.
Pero es que el asunto va mucho más allá cuando (comienza la Revelación) cuando el
hombre es sorprendido por Dios que se le manifiesta y le va mostrando el sentido
de su propia existencia iluminando su lectura desde “el principio”, desde los
inicios de su andadura humana: Yo, Yo Soy; Yo te he dado el ser; te amo y
quiero la vida para ti; escucha y vivirás…
Sigue la “sagrada historia” de la Escritura y
la Historia de Salvación, llevada a término por Dios mismo en y por el
Hombre-Jesús y la donación de su mismo Espíritu.
Ya, ahora, el hombre sabe quién Es, de dónde
viene y a donde va; conoce el camino a la verdad y a la vida; recibe luz y guía
si aplica su corazón a escuchar, si sabe inclinarse, acoger, creer y esperar.
Su cortísima andadura individual –la de cada
hombre, “único e irrepetible” está encaminada a tal plenitud personal y de
Humanidad, como le es desvelada en la Resurrección de Jesús, el Cristo, Hijo de
Dios vivo, Señor y Salvador.
Sí, hermosas criaturas “hizo” Dios, dio a luz
la Naturaleza desde la sabiduría infinita que la creó. Mas, cuando Dios, el
Padre, deseó abrazar al Hijo, nos hizo nacer en El y en El recapitular todas
las cosas, ya que todo fue hecho por El y para El.
Dios dio a luz innumerables hijos/hijas y a
cada uno llama por su nombre, el suyo y no otro. A cada cual conoce
personalmente y a cada uno aguarda para mostrársele tal cual es, sin velos ni
menoscabo: “Ven, entra en el gozo…”
Por ello, para no errar y por haber errado ya
mucho, nos puso sus pasos por camino y derramó su Espíritu Santo: “Quien me
sigue no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la
Vida”.
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