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jueves, 21 de enero de 2016

relacion fe-obras



Invocamos el Espíritu: Ven amor de Dios, inunda mi alma, ven con fuerza y poder.
De la carta de Sn. Pablo a los romanos cap.4.
Abraham creyó y se le imputó como justícia.
 Imputar no se entiende como acusación y juicio como se imputa a un corrupto, sino como atribuirle la aceptación de la manifestación de Dios, es decir la fe, el creer; y esto es justo, por eso Dios ha considerado que era justo lo que Abraham hizo.

N es justo por sus obras exteriores ejecutadas por su voluntad, pues al que trabaja el salario se le cuenta como deuda, tendría de que gloriarse, pero no para Dios.

Cuando uno sin hacer las obras exteriores, con solo creer en aquel que justifica al hombre, su fe ya es algo justo. Es este un don gratuito según le place a Dios.
En este sentido David llama bien aventurado a quien Dios tiene por justo, sin mérito de las obras.

Por nuestros méritos no podemos alcanzar el nivel sobrenatural, de gracia, nivel de experimentar la cercanía de Dios, nivel de experimentar la grandeza las maravillas de Dios, el nivel de poder creer en Jesucristo como salvador engendrado en las entrañas de la Virgen Maria por el mismo Dios, y siendo personalización de Dios en medio nuestro Jesús el verbo de Dios hecho carne.

Pero por gracia  el ser humano es considerado, asignado,  se le reconoce que es creyente y esto le hace justo delante de Dios.

La fe que tenemos, la manera confiada como creemos en él nos lleva a hacer lo que él nos manda, lo que nos dice, fieles, aceptamos, obedecemos, lo que él nos propone, es lo que nos hace justo, ha sido considerado leal justo.

Además lo aclara en el 4, en este caso no por obras se le reputa por justicia, entonces las obras de la ley son consecuencia de la obediencia a Dios.
Salomón fue juez, tuvo el discernimiento de cómo aplicar la ley; pero aquí no hay acusación ni juicio, solo Dios atribuye la gracia a quien la acepta y actúa en consecuencia.

Es un don gratuito el creer, que nos hace justos con la justicia de Dios. La justicia no viene de nosotros ni de nuestras obras, la justicia a la que se refiere Dios, es consecuencia de haber creído en Dios, de elevarnos al nivel del espíritu por encima del puramente humano; a mí se me da a conocer algo que supera nuestro mundo cotidiano, nuestra rutina, la ciencia humana , lo material, como algo de lo que nos aprovechamos como algo fortuito.

la ciencia sola no da la fe, es observación de la materia y cómo reacciona, pero cuando se nos ha hecho la luz del espíritu y nos ha dado esta convicción interior al aceptar en nosotros esta presencia de Dios , y se lo agradecemos todo, esto es la fe y esto es la gracia de lo que hemos recibido y nos permite entrar en obediencia, y esta es la fe de Abraham, porque lo experimentó interiormente, ni siquiera la misma naturaleza podemos escrutar sin Dios.

Bien aventurados aquellos cuyas maldades son perdonadas y sus pecados son borrados. Lo que hemos hecho nosotros fuera de esta dimensión de la fe está en el mundo del pecado, de la maldad, en el mundo de requerir perdón. Miremos a Dios tal cual es. Recuerdo el canto “Mírame Señor, mírame otra vez…” estemos a su total disposición, a pesar de que se nos va la cabeza a veces y dejamos de estar centrados en Dios, pero él sabe que somos débiles y nos acepta así, y podemos remontar sobre su fidelidad.

Un ejemplo es: Hoy ha muerto en el hospital una mujer que tuvo 14 hijos y 8 de ellos estaban peleados entre sí, pero todos han venido a los últimos momentos de su madre, ella ha abierto los ojos y rezando el padrenuestro, en” líbranos del mal” ha entregado el espíritu, y esto ha hecho reaccionar a los hijos pidiendo perdón, su madre siempre los había perdonado y ahora el Señor también los ha perdonado, porque ellos se han perdonado y abrazado arrepentidos .

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