La sexualidad se puede consagrar a Dios en
virginidad o en matrimonio
-En matrimonio se consagra para el servicio de procreación.
-En la virginidad para dedicarse en exclusiva
al servicio del evangelio.
Tanto en un sentido como en el otro la
consagración no nos exime de atender las necesidades del cuerpo: comida sueño
descanso ejercicio físico...o las intelectuales conocimiento de la persona
humana, de la salud, del mundo, o del trascendente.
Por esta consagración de la sexualidad, el
matrimonio se hace sacramento, y requiere las características de aceptar la
cantidad de hijos asumible por la pareja, cosa que no tiene que limitar la
mutua relación para satisfacción de la sexualidad en la fidelidad mutua, poniendo
los medios que requiera la limitación de hijos, por su educación, su
manutención, o para proveerlos de los medios que requieren para su desarrollo,
a la escucha del Señor.
Les conviene el discernimiento de espíritus
para escoger los criterios del ambiente cultural y disponibilidad de recursos
económicos, en que habrán de desarrollarse. Esta capacidad de cerrar el círculo
de forma satisfactoria requiere la luz espiritual, que le permite conocer en
profundidad las características del ser humano en sus funciones fisiológicas,
sensoriales, en su capacidad de asumir riesgos y de confiar en la ayuda de la
Providencia .
En cuanto a la consagración de la sexualidad en
virginidad, se trata de asumir unas responsabilidades y compromisos personales
de tal envergadura que en la vida cotidiana resultan excluyentes en general de
las responsabilidades propias del matrimonio. Al igual que el matrimonio es una
elección personal, a considerar si podrá asumir los compromisos que va a
adquirir, sin poner en crisis su integridad psico-fisiológica.
Tanto en una como la otra manera de vivir la
sexualidad no puede faltar la dimensión comunitaria, relacional, afectiva. En
ambas el terreno donde se mueven es la sociedad humana, y el colectivo al que
se destinan sus servicios es la sociedad humana.
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