Somos objeto del amor de Dios y eso significa que para Él
somos muy valiosos. Eso exige que nos amemos unos a otros al reconocer el valor
que para Dios tiene el hermano.
Hemos de partir de escuchar a las persones para saber lo
que de verdad quieren y en su deseo más profundo se encuentra la imagen de
Dios, fundante de los sentimientos de bien, amor y paz. (bien incluye esperanza confianza,
eficacia en el hacer).
Cada uno a partir de
lo dicho aspire al máximo possible para él, y así comprenderemos a Dios
porque vivimos en su vida, igual que a mi, que me amo como soy, Dios está enamorado
de todo el mundo.
El amor no solo es estima sino también reconocimiento de
que el otro es otro diferente a mi, es valorar su diferencia y darle la
libertad de ser quien quiere ser, porque si soy capaz de amar lo que no compagina conmigo sencillamente por el valor de ser y existir, porque ahí está , mi amor será auténtico porque no se trata de cambiar al otro sino que yo aprenda a aceptar y apreciar de otra manera.
Como Dios no es posesivo en su amor, así nosotros. Pues
Él entra si le abrimos la Puerta, pues su amar no es exigente; es gratuito, respeta
la libertad.
Proyectamos en Dios nuestro deseo de amar, y así
delegamos en Él lo que nos toca hacer.
Tal como tratamos a los Hombres, trataremos a Dios; si su amor es gratuito el nuestro ha de ser gratuito para poder sintonizar; nuestra
sintonía entre Hombres nos permite tenerla con Dios.
Somos Iglesia en misión; el amor se derrama hacia fuera,
reconociendo que la manera de amar a
Dios que no vemos, es amando a quien vemos. Así se expresa el amor de Dios
tratando a todos por igual.
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