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viernes, 15 de mayo de 2020

YO SOY MI SER Y MI EXISTIR


                                                                  
Así comienza un escrito que leo en una de mis libretas, datado el 12 de Junio de 2007 y que acierto a releer el 23 de septiembre de 2019, -día en el que comienza el Otoño- y que ha venido como a poner en claro, a alumbrar, lo que interiormente ahora, muy a menudo, me inquieta. Y dice así:
Yo soy mi ser y mi existir. Mi ser y mi existir es mi espíritu.
El alma, mi alma; el cuerpo, mi cuerpo, son la expresión, los sentimientos, recuerdos,…, visibilidad. Ellos son los que tienen vaivenes, cargas, heridas, tensiones, dolores…
Pero yo soy mi ser y mi existir que queda libre de los acaeceres de mi alma y de mi cuerpo cuando, en mí, mi espíritu entendido como mi corazón bíblico, lo más profundo de mí, soy  habitada, guiada, confortada, salvada, por EL QUE ES, por su Espíritu.
Aquí, en mi espíritu, sucede la salvación y la resurrección, anticipo y profecía de las definitivas, cuando ya, ni alma ni cuerpo,  puedan afectarme negativamente en mi ser y en mi existir, sino que ellos, alma y cuerpo, libres y sanos, salvos ya también, me acompañen armoniosamente.
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Esta ¿luz? He recibido esta mañana cuando al salir a andar me sentía apesadumbrada por algo de lo hablado ayer en el grupo comunitario y yo me decía : ¿pero dónde estoy yo? ¿Quién soy yo? Por qué hoy, luego, de tanto en tanto, me siento afectada y distinta, disgustada y angustiada, insegura, tambaleada? ¿Qué soy.
Yo soy mi ser y mi existir. Lo tambaleado, es mi alma en mi cuerpo mortal.
Yo invoco y yo acojo, Señor, tu Salvación, para que en mi alma en mi cuerpo, sea liberada yo, yo, mi ser y mi existir. Y así yo pueda darte gracias, alabarte y alegrarme en Ti.
Así, es como experimentarme, saberme LIBRE. Sí que mi cuerpo me pesa, o me duele, o envejece; sí que mi alma me abruma, me carga…, pero yo soy libre en Ti, Jesús, Señor, en tu Salvación, por tu Espíritu.
Uno de los textos de hoy acaba: “…el que nos confirma, el que nos ungió, es DIOS, el cual también nos ha sellado y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones* (2ªCor.1,21-22)  * = lo profundo, lo genuino del ser, mi yo, el yo.
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Al día siguiente voy recordando y revivo esta experiencia de ser yo mi ser y mi existir. Y de golpe, esta mañana en la Eucaristía de la Catedral, me ha venido el salmo 42, 5 y 11: “¿por qué te abates alma mía y te turbas dentro de mí? Espera en Dios…”
En este Salmo ¡el yo le habla a su alma!. Y no es el único: el 43,5, el 103, 1 y 2.
Como confirmándome y esta experiencia y crea yo y vea que no es error.

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