Las naciones promueven la plena expansión humana de los
ciudadanos, sobre su trabajo, inteligencia, tradiciones, remuneración
proporcional al desarrollo y así construye
la nación su propio progreso.
ONU se ocupa de la alimentación, salud, educación, trabajo, emigración, subdesarrollo etc.
Los pueblos tienen independencia política pero no económica; se requiere, pues cooperación internacional que supone renunciar a ambiciones nacionalistas, celos de dominio político, cálculos de orden militar, y el prurito de imponer las propias ideologías.
Se requiere una transformación de estructuras respetando el patrimonio espiritual de los pueblos, lo cual no es fácil de definir, más aún como conducir esa transformación, para no caer en el desmadre. ¿Los responsables de las religiones lo acogen adecuadamente, o quedan sumidas en ritualismos, que ofrecen imágenes anacrónicas?
El crecimiento de la población en la mentalidad actual se estima que ha de ser controlado, respetando la ley natural y sin renunciar hedonísticamente a tener hijos, es oportuno mantener regularmente la relación íntima en la pareja, fundamento de solidaridad entre ambos, y respecto a los hijos en su momento, y más allá como estimulo a una solidaridad mucho más amplia, especialmente, volcarse en favor de los más pobres.
El mundo va cambiando y en función de ello la Iglesia también. Se trata de fomentar la estima, el respeto, y el dialogo entre todos los pueblos.
Amando a Cristo en los hermanos suscitamos la esperanza, don del Espíritu Santo para que todos en paz reciban la felicidad eterna.
La Iglesia aclara los problemas humanos a la luz del evangelio y pone a disposición de todos, el poder salvador de la Iglesia conducida por el Espíritu Santo.
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