Agradezco los dones recibidos:
Agradezco las oraciones en favor de otros para su sanación y
liberación que he hecho y a las que Dios ha respondido positiva-mente.
Agradezco la palabra que el Señor me ha dado al corazón para
que proteja durante la vida.
Agradezco el don de enseñanza de la Palabra de Dios que me
viene iluminada por gracia para entenderla en profundidad.
Agradezco toda acción de Dios en mi como fruto de su amor.
Agradezco la rapidez inexplicable con que curé del ictus y
del “sars”, infección viral pulmonar de la que los médicos no veían salida,
dispuestos a esperar la muerte clínica.
“Agradezco la abundancia de bienes materiales que he
recibido a través de la vida, para poder ser generoso y vivir sin angustia por
lo que comeremos o como mantendremos la casa, y el vestuario.
Agradezco la multitud de amistades que he tenido a lo largo
de mi vida
Agradezco el don de participar en el sacerdocio de Cristo
que se me ha dado por el bautismo y activado a partir de la confirmación y que he desarrollado a lo
largo de la vida, como parte de la comunidad cristiana, miembro en el cuerpo de
Cristo, intercesor ante el Padre, sobretodo consciente que de las palabras de Cristo
de su última cena “hacedlo en mi nombre” es claro que es la comunidad quien
consagra pan y vino , es el cuerpo místico de Cristo quien puede pronunciar en
nombre propio las palabras de la transustanciación: Este es mi cuerpo y esta es
mi sangre, derramada por ”nosotros” para
el perdón de los pecados. Somos a la vez verdugo y victima gracias al misterio
interpersonal que hay en Dios.
Agradezco a la Iglesia la agudeza de expresiones como “victima
de acción de gracias” que parece contradictoria en si misma. Victima a nivel de
carne mortal, pero de acción de gracias porque los beneficios que se le atribuyen
son inmenso, de ahí si el ser víctima es condición indispensable para lograr
los frutos que de ella se derivan, bendito el grano de trigo que muere para dar el
100/1.
El Jesús físico ha sido víctima que ha condicionado el perdón
universal para quien quiera acogerlo, y el Cristo místico ha de morir como
institución para que llegue la segunda venida de Cristo y la humanidad cambie
radicalmente de forma de proceder, ya purificada de sus errores.
Entonces daremos gracias por el poder de Dios desplegado por
amor. Entonces Él nos llenará de sus dones, y la capacidad que tendrá la
humanidad para resarcirse de todos sus destrozos y desgracias será
extraordinaria.
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