Permanecer en Cristo
para vivir en alegria.
Si permanecemos en Él su
alegria estara en nosotros.
Difundiremos la esperanza
con el gozo que Cristo nos ha traido en nuestra vida.
La llamada de Dios no es
una carga pesada que nos roba la alegria, pesada sí, pero que no roba la
alegria, es la espiritualidad que hace feliz nuestra vida y aún la fatiga.
Nuestra alegria
contagiosa, tiene que ser el primer testimonio de la cercania y amor de Dios.
Somos verdaderos
dispensadores de la gracia de Dios cuando comunicamos la alegria del encuentro
con él.
Dios se ha fijado en
nuestras comunidades, en nuestras familias; somos signos de la predilección del
amor de Dios.
Ofrezcamos nuestro amor y servicio unidos a Jesucristo, y seamos
promesa de un nuevo inicio para dar mucho fruto en obras de justicia y de paz,
de encuentro y de solidaridad,
Origial Papa Francisco.
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