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lunes, 19 de agosto de 2019

DE LA CEGUERA A UNA VISIÓN LÚCIDA.




Lc 12, 49-53» Fuego he venido a traer a la tierra, y ¿qué quiero, sino que ya arda? Tengo que ser bautizado con un bautismo, y ¡qué ansias tengo hasta que se lleve a cabo! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, os digo, sino división. Pues desde ahora, habrá cinco en una casa divididos: tres contra dos y dos contra tres, se dividirán el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

Yo que hasta ahora he pretendido esquivar toda lucha de confrontación entre personas, resulta que estas palabras con las que encabezo este texto me reafirman que existe confrontación insuperable de por vida y en los ámbitos de las relaciones más próximas e ineludibles como es el ámbito familiar.

Es por eso, que, una pareja que, en principio, parece que va a funcionar en la crisis de los 40 se separa sin previsión de reunificación.

La cultura en el cambio generacional enfrenta los hijos con sus padres, se observa gran dificultad por entenderse, parece que incluso usando ambos las mismas palabras, para uno y otro tienen un sentido, significado y valor, completamente distinto de manera que parecen imposibles los acuerdos, a no ser que haya imposición por parte de uno y claudicación por parte del otro, siguiendo sin acuerdo, soterrando un conflicto que al tiempo puede renacer con más violencia.
Mujeres y niños asesinados por el padre de familia, la violencia intrafamiliar nos está denunciando una situación, que consiste en falta de educación humana tanto en hombres  como en mujeres,falta de conocimiento de si mimos y del sexo contrario. La mujer que mata al hijo de sus entrañas.
En el ámbito político vemos el mismo tipo de enfrentamientos, en todas las decisiones que cuenta la cantidad de votos en un sentido o en otro, no cuenta el bien común de la sociedad, solo cuanta gente ha votado a uno o al otro y eso se hace valer por encima de todo, se trata de dar una respuesta adecuada a la voluntad de los votantes, y en función de esto no hay acuerdos entre partidos y/o entre regiones. La única solución está en que haya mayorías que se impongan, pero al tiempo resurgen los problemas con más virulencia.

Las violaciones de derechos fundamentales atribuibles a la persona, en función de la dignidad humana, se producen a diario por todo el mundo; la persona ha perdido su valor a ojos de muchos, y es tratada como una cosa que solo vale para favorecer un interés personal. De lo contrario solo es un estorbo en el ámbito laboral, industrial o de servicios.

Todo eso provoca las grandes migraciones y las miserables condiciones de vida en las que se ven abocados millones de personas en nuestro mundo, y no le vemos a este problema una salida honorosa, se multiplican por millares los que mueren en la huida, y los que caen bajo los explosivos de las guerras.

La humanidad se destruye a si misma y destruye las condiciones de habitabilidad del planeta, destrucción a la que acompañan las grandes catástrofes de la naturaleza, incendios, inundaciones, terremotos, erupciones volcánicas, contaminación ambiental acústica, y de los manantiales y acuíferos. La tierra se estremece, tiende a la extinción de la vida y apunta a un nuevo periodo de su existencia.

Solo en los ideales religiosos y en las promesas bíblicas hay un atisbo de esperanza.

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