La mision no nace nunca
de un Proyecto perfectamente elaborado, o de un manual muy bien estructurado y
planificado, La mision siempre nace de una vida que se sintió buscada y
sanada, encontrada y perdonada, la mision nace de experimentar una y otra vez
la unción misericordiosa de Dios.
El pueblo santo de Dios
sabe transitar los caminos polvorietos de la historia, atravesados tantas veces
por conflictos, injusticias, y violencia, para ir a buscar a sus hijos y hermanos
el evangelio no teme al error, ni teme al encierro a la cristalización , a
aferrarse a las propias seguridades, el pueblo santo sabe que el encierro, en sus multiples
formas es la causa de tanta resignación, por eso salgamos a ofrecer a todos la
vida de Jesucristo, el pueblo de Dios sabe involucrarse porque es discipulo de
aquel que se puso de rodillas ante los suyos, para lavarles los pies.
Hoy estamos aquí, porque hubo muchos que se dedicaron a responder a esta llamada, muchos que creyeron que la vida se acrecienta dando y se devilita en el aislamiento y la comodidad, somos hijos de la audacia misionera de tantos, que prefirieron no encerrarse en las estructuras que nos dan una falsa contención, las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitude hanbrienta.
Somos deudores de una tradición, de una cadena de testigos que han hecho possible que la Buena nueva del evangelio siga ofreciendose generación tras generación.
ref. Papa Francisco.
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