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sábado, 26 de marzo de 2016

PAPEL DE LOS LAICOS EN LA IGLESIA


Al anochecer del primer día de la semana estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos y en esto entró Jesús y se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros” y diciendo esto les enseñó las manos y el costado, y los discípulos se llenaron de alegría al ver al señor, y Jesús repitió “Paz a vosotros como el Padre me ha enviado así yo también os envío a vosotros” y dicho eso exhaló su aliento sobre ellos y les dijo,” recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados, a quienes los retengáis quedan retenidos”.

La presencia de Jesucristo resucitado se da a la iglesia entera, ella es la que recibió el poder de perdonar pecados, que luego lo hemos ido reduciendo a la jerarquía, pero, en caso extremo, nosotros, tenemos la capacidad de perdonar, y de ser perdonados de las ofensas entre nosotros, y de todo lo que es objeto de evangelización de cara a dar a conocer a Cristo a los demás. Es capacidad que tenemos nosotros de ofrecer la salvación, el perdón, la presencia de Cristo en los demás.

Tal como el Padre me envía yo también os envío, somos enviados por Jesucristo, somos parte de la Iglesia, y enviados con el poder que Cristo da a su iglesia, tengámoslo en cuenta, no reduzcamos la Iglesia a la jerarquía, por favor, porque entonces la gran labor evangelizadora de la iglesia queda mermada, cortada.

Fundamentalmente tenemos capacidad de ofrecer los sacramentos a los fieles, del bautismo, de la presencia y dones del Espíritu, la presencia de Jesús eucaristía, la presencia del perdón de Dios, la presencia de consagrar el amor de pareja, signo del amor de Dios entre esposos, tenemos la capacidad de designar personas para el servicio a la comunidad, tenemos la capacidad de consolar y ayudar a morir a los que se van de entre nosotros.

Pensad que  esta enseñanza no es habitual, pero nosotros como miembros de la iglesia participamos de todo el poder que Cristo ha dado a su iglesia, sanar enfermos, perdonar, liberar, acoger, son dones del Espíritu, carismas que el Señor ofrece a su Iglesia, para que podamos engrandecerla en nombre de Cristo, y como esto es muy fuerte hoy el Señor asegura la paz, porque estas cosas nos pueden inquietar mucho, los apóstoles por miedo a los Judíos estaban inquietos y encerrados, por lo tanto con la venida del Espíritu Santo somos liberados de nuestros miedos,  recelos.

Me han hecho sufrir personas muy cercanas a la muerte, que tenían el corazón endurecido, no aceptaba al Señor, no aceptaba el sacerdote, y por lo menos le pedí que aceptara la oración, entonces ante una persona que no quiere ver a ningún sacerdote, y rechaza los sacramentos del Sacerdote,  aceptaba solo la amistad que tenía conmigo, cristiano, y con la que había una cierta confianza, entonces este es el instrumento de Dios para la salvación de aquella persona, Si él se desahoga contigo y eres capaz de reconducirlo hacia la oración ,hacia la aceptación del amor de Dios, que gran obra podemos hacer, hemos de suplir en este caso al sacerdote.

Ser portadores de confianza, puede hacer mucho bien, en nuestro corazón ha de haber mucho amor, mucha donación y mucho secreto. Nuestra función es muy amplia: en el bautismo en la muerte, en dolor, en la compasión, en el acompañamiento, que importante es la aproximación, id y predicad, lo que perdonéis será perdonado.

Dando la paz les enseñó las manos y el costado, los signos de su pasión, crucifixión, de su muerte.
Nosotros como miembros del cuerpo de Cristo llevamos los signos del sufrimiento por amor, así somos salvadores con Cristo ejerciendo el poder que él nos da de evangelizar, y de comunicar al Señor. “como el Padre me ha enviado así también yo os envío”, y se llenaron de gran gozo, al verle.

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