Al anochecer del
primer día de la semana estaban los discípulos en una casa con las puertas
cerradas por miedo a los judíos y en esto entró Jesús y se puso en medio y les
dijo: “Paz a vosotros” y diciendo esto les enseñó las manos y el costado, y los
discípulos se llenaron de alegría al ver al señor, y Jesús repitió “Paz a
vosotros como el Padre me ha enviado así yo también os envío a vosotros” y
dicho eso exhaló su aliento sobre ellos y les dijo,” recibid el Espíritu Santo,
a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados, a quienes los retengáis
quedan retenidos”.
La presencia de
Jesucristo resucitado se da a la iglesia entera, ella es la que recibió el
poder de perdonar pecados, que luego lo hemos ido reduciendo a la jerarquía,
pero, en caso extremo, nosotros, tenemos la capacidad de perdonar, y de ser
perdonados de las ofensas entre nosotros, y de todo lo que es objeto de
evangelización de cara a dar a conocer a Cristo a los demás. Es capacidad que
tenemos nosotros de ofrecer la salvación, el perdón, la presencia de Cristo en
los demás.
Tal como el Padre
me envía yo también os envío, somos enviados por Jesucristo, somos parte de la
Iglesia, y enviados con el poder que Cristo da a su iglesia, tengámoslo en
cuenta, no reduzcamos la Iglesia a la jerarquía, por favor, porque entonces la
gran labor evangelizadora de la iglesia queda mermada, cortada.
Fundamentalmente
tenemos capacidad de ofrecer los sacramentos a los fieles, del bautismo, de la
presencia y dones del Espíritu, la presencia de Jesús eucaristía, la presencia
del perdón de Dios, la presencia de consagrar el amor de pareja, signo del amor
de Dios entre esposos, tenemos la capacidad de designar personas para el
servicio a la comunidad, tenemos la capacidad de consolar y ayudar a morir a
los que se van de entre nosotros.
Pensad que esta enseñanza no es habitual, pero nosotros
como miembros de la iglesia participamos de todo el poder que Cristo ha dado a
su iglesia, sanar enfermos, perdonar, liberar, acoger, son dones del Espíritu,
carismas que el Señor ofrece a su Iglesia, para que podamos engrandecerla en
nombre de Cristo, y como esto es muy fuerte hoy el Señor asegura la paz, porque
estas cosas nos pueden inquietar mucho, los apóstoles por miedo a los Judíos
estaban inquietos y encerrados, por lo tanto con la venida del Espíritu Santo
somos liberados de nuestros miedos, recelos.
Me han hecho sufrir
personas muy cercanas a la muerte, que tenían el corazón endurecido, no
aceptaba al Señor, no aceptaba el sacerdote, y por lo menos le pedí que
aceptara la oración, entonces ante una persona que no quiere ver a ningún sacerdote,
y rechaza los sacramentos del Sacerdote,
aceptaba solo la amistad que tenía conmigo, cristiano, y con la que había
una cierta confianza, entonces este es el instrumento de Dios para la salvación
de aquella persona, Si él se desahoga contigo y eres capaz de reconducirlo
hacia la oración ,hacia la aceptación del amor de Dios, que gran obra podemos
hacer, hemos de suplir en este caso al sacerdote.
Ser portadores de
confianza, puede hacer mucho bien, en nuestro corazón ha de haber mucho amor, mucha
donación y mucho secreto. Nuestra función es muy amplia: en el bautismo en la
muerte, en dolor, en la compasión, en el acompañamiento, que importante es la
aproximación, id y predicad, lo que perdonéis será perdonado.
Dando la paz les
enseñó las manos y el costado, los signos de su pasión, crucifixión, de su
muerte.
Nosotros como miembros del cuerpo de Cristo llevamos
los signos del sufrimiento por amor, así somos salvadores con Cristo ejerciendo
el poder que él nos da de evangelizar, y de comunicar al Señor. “como el Padre
me ha enviado así también yo os envío”, y se llenaron de gran gozo, al verle.
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