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sábado, 14 de marzo de 2015

MORAL Y LEYES VERSUS ETICA

Cada vez estamos acosados por más normas y leyes preceptos morales que, según la sensibilidad de muchas personas, llegan a ahogar a uno y le quitan alegría, libertad, iniciativa, y todas en nombre de la corrección, la convivencia y la religiosidad del conjunto social, y en general universalizan cosas tan concretas que en unos casos son justas pero en otras resultan injustas, porque dependen de mil situaciones distintas, y de distintas capacidades de control de las personas. En el ámbito de la protección de la persona, en el de la salud e higiene, en el de la cultura, en el del ocio, en el de las relaciones laborales, con desigualdades importantes entre países, se detecta ese agobio de estar pendientes de todas las pautas que nos hemos impuesto a través de los órganos de gobierno que nos hemos adjudicado. Eso crea un ánimo de rebeldía o de desesperación en las personas que son incapaces de asumir toda esa reglamentación a la vez sancionadora o amenazadora. Las mismas relaciones humanas se deterioran o ya no se desarrollan, en favor de un individualismo y soledad, que se impone, no sea que con un gesto o una palabra vaya a ofender a alguien, me tengan por desaprensivo, mal educado, incorrecto. Es verdad que en otros tiempos los riesgos eran mayores, pero la gente vivía más desahogada, y yo me pregunto, qué vale más la pena. Nos apartamos de una serie de riesgos materiales, pero a la vez perdemos el equilibrio personal. El continuo andar con el móvil o el mp3, con was-chaps, juegos, o mensajes o correos o tuitter, es significativo de la necesidad humana de comunicación, muchas veces sin esperar respuesta, o la necesidad de satisfacer la introversión y la evasión, la curiosidad morbosa a través del ordenador, o el mp3, videos, selfin.. Observo un distanciamiento de la vida real la que se toca en el día a día en favor de una rueda ficticia de ilusiones y fantasías, asignando al debe ser aquello que solo aparenta ser; los casi 5 millones de desocupados, marginados, más en general los jubilados es el porcentaje que vive este distanciamiento en España; porque el tener una responsabilidad laboral fuerza al acercamiento a la realidad i a unas relaciones sociales productivas, lo cual son una satisfacción muy profunda para la persona que lo disfruta, cierto que mucha gente también el ámbito familiar, o el asociativo, asume muchas responsabilidades que le permiten ofrecer una iniciativa, que le pone en valor frente a los demás. La satisfacción del corazón se obtiene al expresar el aprecio a los demás con realidades tangibles. Cito aquí un extracto del texto de la 1ª carta de Sn. Juan, 3, 21-24. Si nuestra conciencia no nos acusa, podemos dirigirnos confiadamente a Dios, recibimos de Él lo que le pedimos si somos fieles a sus propuestas y nos propone que demos nuestra adhesión a Jesucristo, y que nos amemos mutuamente, sí quien así hace, es poseído por Él en virtud del Espíritu que nos ha dado. Hay un texto mucho más antiguo en Israel que da una pauta que incluye toda la ética, y nos insiste: si hacéis esto viviréis en paz y seréis respetados: Tener presente en la mente y en el afecto al creador de lo que existe, entendiendo que no todo es un azar, y que por lo mismo lo tenemos que respetar, agradecer y gozarnos en lo que de Él recibimos, y en consecuencia tener un aprecio similar por el mundo y sociedad que nos rodea, respetando la cadena de la reproducción humana, sus vidas, sus bienes, sus compromisos. La aplicación de la ética, debe hacerse desde la educación en la infancia para que el sentido común de solidaridad i complementariedad desplieguen y orienten toda la conducta de nuestra vida: la vida de pareja, familiar, la laboral, la social y de ocio o descanso. La vida laboral es muy diversificada, desde los servicios sociales, sanitarios, educativos, de inserción laboral, hasta los de provisión de vivienda, vestuario y alimentación, tecnológicos, políticos, gobierno y administración, religiosos. Todos ellos diversificados en multitud de matices. En todo ello si se rige por la solidaridad y complementariedad, pocas leyes va a necesitar, en primer lugar porque cada uno en su conciencia puede discernir si decide correctamente o no en cada ocasión, o en caso que hay duda y las consecuencias demuestran el error, uno sin que se lo tengan que decir corregirá su conducta, ni la ambición, ni la venganza, ni el desprecio caben en una conciencia bien formada. La ley auténtica que nace de la naturaleza humana la llevamos escrita en el corazón; solo cabe una educación en línea de reconocer nuestra auténtica realidad. Por ejemplo los servicios sanitarios atenderán enfermedades y todo lo que de ellas se derive, no trabajaran en la manipulación de la vida humana ni en la supresión de fetos humanos. Quiero aclarar aquí el binomio derechos-deberes: Aquellos servicios, que en conciencia tengo que dar a la sociedad y que son exigibles por esta sociedad son los deberes; y los derechos son aquellas condiciones, reconocidas por la sociedad, que me posibilitan la ejecución de los deberes.

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