La sinceridad unida a la
prudencia es una gran virtud:
La sinceridad nos hace
una llamada a la verdad. La palabra de Dios nos habla de que llegará un día en
que todo será manifiesto. Por otra parte, todas las persones por identidad
somos pecadoras, hacemos el mal que no quisiéramos, erramos con mucha facilidad.
Tenemos errores en los
que implicamos o avergonzamos a otras personas, u ofendemos su sensibilidad, o
destruimos el concepto en que nos consideran; es en este punto que conviene
aplicar la prudencia a la sinceridad para no dañar las personas con las que
compartimos la vida, ya que nuestra principal obligación reside en el amor o
aprecio a las personas que nos son cercanas, evitándoles a poder ser cualquier
disgusto; que no tengamos que activar aquello que nos enseñaron de aquel que
rige el universo : Perdona nuestras ofensas así como perdonamos a los que nos
ofenden.
Expliquemos lo que puede
edificar a los demás , o expliquemos aquello que requiere ayuda a quien pueda
solucionar nuestros problemas, en este sentido hemos de ser sinceros ante quien
puede ayudarnos, pero no ante cualquiera porque estaríamos banalizando nuestra
propia vida.
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