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viernes, 21 de febrero de 2020

SOBRE EL VALOR DE NUESTRA VIDA


SOBRE EL VALOR DE NUESTRA VIDA

Mirando el pasado, a cosa hecha, tengo que reconocer que la mano de Dios me ha conducido a trancas y barrancas a lo largo de mi vida sin saber yo cómo ha ocurrido, así que esto me hace ser providencialista para conceder un motivo razonable a ese cauce de la vida que me ha conducido hasta el ahora.

He experimentado que solo desde el perdon y dando tiempo al tiempo ,quizás tambien colaborando el temperamento, uno puede resituarse en el criterio del amor que despunta a partir de una experiencia de simpatia , sintonia y empatia, limitadas, hacia apreciar al otro porque es uno más entre los mortales limitados desvalidos. 

Que necesitamos para la supervivencia hacer piña unos con otros, con todo no aclara nuestro interrogarnos sobre el zafarrancho en el que estamos metidos, y el porque de todo eso.

Dando un paso nos topamos con el imperativo, la exigencia de la relación personal, la relación entre el tu y el yo, porque una cosa es que lo aceptes como un pobre ser y otra que la relación personal con el sea fructuosa.

Hace falta un especial carisma, un especial don, para penetrar en las razones del otro y poder tener una relación fluida y sentida por ambas personas como conplementaria aceptando a ciegas las diferencias sin conocer su alcance, pero en la confianza de su honradez y honestidad.

Cristo forja nuestra legitimidad más personal plena y profunda porque desde la cruz con el perdon universal da legitimidad a nuestro vivir.

Nuestra legitimidad no está ya solo en la ley de Moises y en el desglose que hacen los judios de la ley.

La legitimidad se forja en nuestra conciencia distinguiendo:
- qué es bueno o malo,
-qué daña o beneficia a mi mismo o a los demás.
-Qué contribuye a la dignificación personal o le es denigrante.

Teniendo como decorado de fondo la ley natural hoy la vida nos da el concreto de nuestras experiencias rellenas de matices que cuestionan las generalizaciones a traves de las muchas variantes que el estudio de la persona humana en todos sus aspectos nos marcan, muchas variantes que cada uno sabe como justificar a título personal,

De aquí que estamos en un tiempo que la moral se desplaza hacia la ética y esta se diversifica de tal manera que solo Dios puede juzgar nuestras conductas, o este ámbito interior de la persona.

La conciencia nos culpa o justifica nuestra conducta según entorpezca o favorezca la vida humana.

Este es el criterio mas fiable para definir nuestra conducta más allá de las pautas externas.

Tambien deseo que en el ámbito de las iglesias u organizaciones religiosas, no se caiga en el herror que cayeron los judios de rigidez en la aplicación de las pautas de conducta sin considerar las cincunstancias que concurrian en cada paso.

ALTRES COMENTARIS

Respeto a la manera cómo actuaba el cristianismo incialmente, me pregunto sobre el exclusivismo de ciertas competencias.

Es verdad que Pablo defendió su competencia como apóstol y por lo tanto aportaba a la comunidad de los creyentes los criterios correctos sobre la fe que profesaban, garantizándola frente a las desviaciones que se producían en algunos de las comunidades cuyo desarrollo correcto estaba bajo su responsabilidad.

Quedan rutinas anteriores a la Mater et magistra y a la Pacem in terris que no permiten un a libre actuación del Espíritu. 


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