SOBRE EL VALOR DE NUESTRA VIDA
Mirando
el pasado, a cosa hecha, tengo que reconocer que la mano de Dios me
ha conducido a trancas y barrancas a lo largo de mi vida sin saber
yo cómo ha ocurrido, así que esto me hace ser providencialista
para conceder un motivo razonable a ese cauce de la vida que me ha
conducido hasta el ahora.
He
experimentado que solo desde el perdon y dando tiempo al tiempo
,quizás tambien colaborando el temperamento, uno puede resituarse en
el criterio del amor que despunta a partir de una experiencia de
simpatia , sintonia y empatia, limitadas, hacia apreciar al otro
porque es uno más entre los mortales limitados desvalidos.
Que
necesitamos para la supervivencia hacer piña unos con otros, con
todo no aclara nuestro interrogarnos sobre el zafarrancho en el que
estamos metidos, y el porque de todo eso.
Dando
un paso nos topamos con el imperativo, la exigencia de la relación
personal, la relación entre el tu y el yo, porque una cosa es que lo
aceptes como un pobre ser y otra que la relación personal con el sea
fructuosa.
Hace
falta un especial carisma, un especial don, para penetrar en las
razones del otro y poder tener una relación fluida y sentida por
ambas personas como conplementaria aceptando a ciegas las diferencias
sin conocer su alcance, pero en la confianza de su honradez y
honestidad.
Cristo
forja nuestra legitimidad más personal plena y profunda porque
desde la cruz con el perdon universal da legitimidad a nuestro vivir.
Nuestra
legitimidad no está ya solo en la ley de Moises y en el desglose que
hacen los judios de la ley.
La
legitimidad se forja en nuestra conciencia distinguiendo:
-
qué es bueno o malo,
-qué
daña o beneficia a mi mismo o a los demás.
-Qué
contribuye a la dignificación personal o le es denigrante.
Teniendo
como decorado de fondo la ley natural hoy la vida nos da el concreto
de nuestras experiencias rellenas de matices que cuestionan las
generalizaciones a traves de las muchas variantes que el estudio de
la persona humana en todos sus aspectos nos marcan, muchas variantes
que cada uno sabe como justificar a título personal,
De
aquí que estamos en un tiempo que la moral se desplaza hacia la
ética y esta se diversifica de tal manera que solo Dios puede juzgar
nuestras conductas, o este ámbito interior de la persona.
La
conciencia nos culpa o justifica nuestra conducta según entorpezca
o favorezca la vida humana.
Este
es el criterio mas fiable para definir nuestra conducta más allá de
las pautas externas.
Tambien
deseo que en el ámbito de las iglesias u organizaciones religiosas,
no se caiga en el herror que cayeron los judios de rigidez en la
aplicación de las pautas de conducta sin considerar las
cincunstancias que concurrian en cada paso.
ALTRES
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Respeto a la manera cómo actuaba el
cristianismo incialmente, me pregunto sobre el exclusivismo de ciertas
competencias.
Es verdad que Pablo defendió su
competencia como apóstol y por lo tanto aportaba a la comunidad de los
creyentes los criterios correctos sobre la fe que profesaban, garantizándola frente
a las desviaciones que se producían en algunos de las comunidades cuyo
desarrollo correcto estaba bajo su responsabilidad.
Quedan rutinas anteriores a la Mater et
magistra y a la Pacem in terris que no permiten un a libre actuación del
Espíritu.
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